El mundo de los monstruos - Aprendiz de magia oscura

¿Cómo es el universo que habitan los diferentes arquetipos y monstruos del juego de cartas Yugioh?
Pongámonos en la piel de sus protagonistas y recorramos esa realidad convulsa y hostil, donde solo sobreviven los más fuertes.

El horizonte parecía una línea de fuego muy pálida a esa hora de la tarde.

La chica maga oscura contemplaba el cielo en la torre más alta del castillo. Ese azul profundo que pronto sería devorado por la oscuridad le traía viejas memorias a la cabeza, aquella época en la que el mundo todavía no era el campo de batalla en el que se había convertido.

Dio un suspiro inconsciente.

Había pasado tanto tiempo que ni valía la pena preguntarse por qué ocurrió. Muchos afirmarían que solo se trataba de pura ambición, pero había algo más, un deseo de vivir que consumía las almas de todas las criaturas.

Las facciones no tardaron en surgir y cada quien creó a sus enemigos. De la noche a la mañana todos ya estaban en guerra, y no había marcha atrás. La aniquilación de las especies más débiles fue el principio de lo que sería un nuevo orden mundial gobernado por los más poderosos, quienes abanderaron la supervivencia de los suyos.

Se preguntó si el mismo destino había caído sobre cada uno de los mundos que había más allá del cielo.

¿Realmente había una salvación a la que aspirar?

La chica maga oscura se levantó y cogió su báculo.

Aquel día tenía libertad para hacer lo que quisiera, ya había visitado la villa secreta de los magos y conversado con los magos hábiles, todas las jurisdicciones del reino mágico se mantenían en tranquila paz. Aunque nunca sabía cuándo vendría una criatura hostil a invadirlos.

Todo era cuestión de saber jugar bien tus cartas.

Caminó a través de un pasadizo bastante adornado. Saludo casi mecánicamente a las valquirias mágicas que pasaban por allí. La adoraban, ella era una aprendiz modelo y candidata a maestra, tenía incontables hazañas en su haber y manejaba a la perfección un vasto repertorio de hechizos.

Todos en el castillo sabían que se convertiría en la digna sucesora del mago más grande.

A propósito de él, la maga oscura se preguntó en dónde estaría, el castillo era tan grande que sería difícil encontrarlo sin saber exactamente alguna señal de su camino.

Por eso detuvo a una persona que justo pasó por su costado, era el viejo mago Vindictive, un antiguo hechicero de la primera generación que estaba pronto a retirarse.

—¿Mahad? La última vez que lo vi estaba en el templo. Pero tú sabes cómo es él. Ahora mismo podría estar en cualquier parte, incluso en el frente.

El frente era el territorio hostil más allá del reino mágico, el lugar en donde podrías encontrarte a las demás facciones luchando por la dominación.

—Gracias.

Se despidió y acto seguido activó un hechizo.

—"Vínculo profesor estudiante".

Su cuerpo brilló con un intenso resplandor, luego desapareció. Su conciencia todavía le decía que existía en alguna parte, solo que no materialmente. Aunque solo transcurrió unos segundos para que regresara a la realidad, pero esta vez en un lugar completamente distinto.

Se materializó en el templo.

Era una construcción de piedra enorme y circular. En el extremo opuesto descansaba un altar dedicado a las bestias divinas, pero su estado era deplorable.

Ya no se adoraba a las bestias como en tiempos más pacíficos, es imposible rezar por prosperidad y fortuna cuando tu pueblo se extingue lentamente de la faz de la tierra. Ahora ellos habían adoptado el papel de los dioses y era su deber impartir justicia para quienes todavía confiaban en su poder.

La chica maga oscura se dirigió al interior del templo atravesando su enorme puerta. Sentado dentro de un círculo mágico se hallaba el mago oscuro, tenía los ojos cerrados y la expresión seria y rígida.

—¿Maestro? —interrumpió ella.

Pero no hubo respuesta. A lo cual se quedó mirando alrededor en busca de una señal que le revelara lo que estaba haciendo.

Había muchos tipos de círculos mágicos, pero ese en particular se activaba cuando el usuario quería saber lo que ocurría en un lugar remoto, dándole clarividencia ilimitada.

Finalmente el círculo se apagó con un brillo fosforescente, el mago oscuro se levantó despacio, su báculo seguía flotando ingrávido.

—Mana... —dijo volteando de reojo para ver a su estudiante.

Mana reconoció en los ojos de su maestro una preocupación que no había visto en mucho tiempo. Al principio se asustó, pero luego enderezó su porte y lo miró con seriedad.

—¿Ha visto algo? —preguntó con precaución.

El mago oscuro titubeó, parecía no saber si era una buena decisión contarle a ella lo que sabía. Pero de pronto supo que era lo correcto.

—Algo muy raro está pasando en el clan Ojos azules —soltó.

—Creí que habíamos logrado la paz con los dragones —respondió Mana, quizá sospechando que planeaban atacar el reino.

—Ese es el relato oficial. Para nosotros es una tregua que se romperá a la más leve provocación. Sin embargo, no es una posible invasión lo que he visto si es lo que te inquieta. Tal vez se trate de un evento mucho más impredecible y misterioso.

Mahad chasqueó los dedos y una ilusión apareció frente a ellos. La imagen nebulosa de un dragón se mostró como si estuviera realmente allí. Pero se podía adivinar que solo representaba un sitio lejano más allá de las escarpadas montañas del Este.

—Él está... en verdad está... —balbuceó una sorprendida Mana sin poder explicar lo que veía.

—Moribundo. Sí.

El legendario dragón blanco de ojos azules, una poderosa máquina de destrucción que hizo temblar los cimientos del mundo, se hallaba en un estado completamente lamentable.

El brillante color de sus escamas se había oscurecido y ahora se manifestaban agrietadas y débiles. Sus ojos apagados solo reflejaban el sufrimiento silencioso que padecía. Parecía que iba a desplomarse en cualquier segundo.

Mana no pudo evitar un gesto de compasión.

—Pero, ¿y los demás? ¿Por qué no están ayudándolo?

El conocimiento general que se tenía decía que eran tres los dragones de ojos azules del clan. Por lo tanto, si uno de ellos se encontrase indefenso, los otros dos acudirían inmediatamente a resguardarlo del peligro, Tal vez por esa complicidad que poseían era imposible para cualquier entidad subyugarlos. Cuando los tres se juntaban, eran virtualmente invencibles.

—Está solo. No detecto ninguna otra presencia en la cercanía. Pero esto nada más es una corazonada, solo es cuestión de tiempo para que las demás facciones lo descubran, y cuando eso pase, comenzarán a movilizarse.

—Tenemos que hacer algo —contestó Mana con un tono resuelto.

Mahad volvió a ver al pobre dragón con ojos fríos.

—En el peor de los casos podría ser una trampa. Incluso si está muriendo de verdad habría que encargarse de la causa de su situación. No recibimos ningún reporte que nos informara de esto, podría haber sido una amenaza de origen celeste.

—¿En serio?

Para Mana, hablar del cielo era una especie de liberación espiritual que la arrancaba por un instante de la implacable realidad en que vivía. Su sola mención le hacía preguntarse en lo más profundo si era tan siquiera posible cruzar aquel inmenso velo azul y visitar otros mundos similares al suyo.

—Como sea, si aquel dragón es atacado, será un duro golpe contra la facción Ojos azules —dijo Mahad apartándose de la ilusión.

Mana asintió, pero no supo si debía tomar eso como beneficioso o perjudicial, pues, pese a que no eran sus aliados, los dragones protegían la cadena montañosa que separaba al reino de aquella región desértica apenas explorada. Solo se tenía certeza de que por ahí vagaban seres temibles, como la tribu del renunciado, cuyos monstruos de miles de ojos habitaban en lo profundo de una pirámide.

No obstante, los dragones ojiazules imponían su presencia en todas las montañas y nadie se atrevía a burlas sus dominios.

Ahora que parecía desaparecer de repente uno de ellos, sin duda les resultaría más difícil sostener esa barrera.

—Estás a cargo —exclamó Mahad tocándole el hombro.

—Por supuesto que no, maestro. Yo iré con usted.

Mahad exhaló con impaciencia.

—No puedes venir, es muy peligroso. Además, deja de jugar conmigo, quizá ahora seas una candidata a maestra de magia oscura, pero sabes perfectamente que mi lugar te corresponderá tarde o temprano. Es tu deber quedarte aquí y no ir al frente.

Mana ocultó su emoción. Era obvio para todos en el gremio de magos que ella sería la flamante sucesora, incluso ella lo suponía, pero Mahad era hermético con eso, y solo a él pertenecía la decisión final de convertirla en maestra.

—¿De veras? No sé si creerle, maestro —respondió bromeando— a veces me parece que usted guarda más interés y confianza en la maga de la ilusión que en mí.

—¿Qué dices? —Mahad se veía más contrariado que avergonzado— he mostrado el mismo interés en todos mis estudiantes. No me puedes reclamar que te haya dejado de lado.

Mana se empeñó en su broma como si no hubiera sido suficiente.

—No me convence, maestro, seguramente también le ha dicho lo mismo a ella... y solo está jugando con nosotras.

—Buen intento, de cualquier modo no irás.

—Pero... —insistió al borde del pánico— ¿acaso no es algo que una maestra de magia oscura haría? Tengo que estar allí con usted, y asegurarme de que regrese a salvo.

—¿Y si mueres qué haré yo? —Mahad adoptó una actitud un tanto agresiva— Tantos años de entrenamiento y trabajo para dejar en el gremio de magos un asiento vacío. ¿Quién lo ocupará cuando no esté? Respóndeme.

Mana se quedó callada un segundo. Parecía no poder más con la aplastante lógica de su mentor, no obstante, creyó poder persuadirlo si dejaba que hablara su corazón.

—Sé que quiere protegerme, maestro, y se lo agradezco, pero no me quedaré aquí de brazos cruzados cuando sé que corre un gran peligro. Usted lo ha sido todo para mí, me dio muchas cosas, me enseñó todo lo que hay que saber sobre las artes oscuras, y si cree que puede marcharse y desaparecer así de repente, permítame decirle que no, no puede, usted tiene un compromiso conmigo, y no voy tolerar que se vaya sin cumplirlo.

Mahad la miró con sorpresa, y mudo e impotente como estaba cogió su báculo. Cruzó por el costado de Mana y caminó hacia la entrada del templo. Se detuvo a ver aquel par de ojos verdes poderosamente comprometidos y golpeó el suelo con el mástil.

—¡No voy a esperarte!

La chica maga oscura sonrió.

Ambos salieron de la fortaleza con destino al punto exacto del evento.

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